martes, 10 de julio de 2012

Mediodía en China



Las manos, la postura, el eje. Lo que acecha cada mañana en el espejo. Estar abierta, sosegada. Ni una marca de nada. Atravesar los minutos sin pasarlos. Las fotos, los archivos, la precaución. Estoy hinchada, el yogurt, el excel, los acentos. Disimular: la cara que no me gusta, la ropa que me pesa en invierno, lo que no puedo disimular. Cinta a toda velocidad, música al límite, el espejo trota frenético. Cruzar la calle sin mirar a ninguna parte. Matemática a marzo. Lloro en la escalera, la profesora de geografía se acerca y huele a encierro. Las arrugas avanzan, tiesas. Numérense de mayor a menor. Estructura. Imbécil lleva acento. Las tenazas en mis trenzas. Me peina las orejas, le pido que no lo haga y me peina más fuerte. Aprender a ser diestra. Tener fea letra.

Quiero dormir, pero debo ser una persona interesante. Déficit de atención. Usar el otro hemisferio y tal vez ya sea mediodía en China. Pase al frente, no estudié. La profesora de geografía se acuerda de la escalera y sonríe con toda la sequedad de su piel. El papel secante absorbe un manchón de tinta porque la ventana era más interesante. De grande no sabré lo que quiero y descubriré que aprendí cosas equivocadas. Armaré una realidad paralela.

¿Dónde estás? Pregunta. Entiende todo. Deja que me vaya un rato, sabe que vuelvo. Me mira diferente a cualquier otra mirada y eso es todo. Si te miran cuando estás mirando, surge una hipnosis indestructible. Alguna vez dije yo te puedo mirar así, si me miraras te darías cuenta. Pero cuando existe un hechizo previo de nada sirve. Una vez le sostuve la mirada a un león durante unos segundos. Estaba detrás de un vidrio y bajé los ojos. Mirar fijo a un animal es la serenidad absoluta.

Ahora tal vez me quedo quieta y dejo de saltar a los hemisferios, el Ecuador donde viajo donde nunca estuve. Los ríos y las rías. Los valles en forma de U, la profesora de geografía. Eso es todo lo que sé. Enderezarme ser correcta abanderada poner acentos saber todo.

Me pregunta cómo me fue en mi propio viaje. En la ventana siempre hay cosas distintas. Dejo la lapicera, me recuesto en su hombro y llegamos a alguna parte.