jueves, 14 de marzo de 2013




Tengo una relación sadomasoquista con mi google reader. 
Y como toda relación perversa, empezó sin darme cuenta. Al principio el servicio me pareció inútil. Después pensé que me estaba perdiendo de algo y así empecé. Al principio era mirarlo por encima, apretar "marcar todos como no leídos" y ya.

Pero con el tiempo y un poco de embole un día empecé a leer salteadamente algunas cosas. Feeds totalmente inútiles, hasta que ya no podía vivir sin entrar a leer, irme de vacaciones sin entrar a ver qué se ponía la flaca que graba videos para decirte qué ponerte. Después empecé a no soportar que se me acumularan los feeds y me resultó imposible dejar de leer cómo hacer un conejo relleno de paella valenciana, cómo fabricar velas horrendas, combatir la alopecia y programar HTML5.

Miro casas con decoraciones de interiores megalómanas, do it yourself cada vez más reventados, consejos para hacerme rica, rankear bien en klout y que mi jefe (que no tengo) me quiera.

Ahora resulta que el Google Reader se jubila el 1 de julio y estoy muerta de angustia. tal vez podría usar todo ese tiempo inútil en otra cosa, pero en lo único que pienso es en cómo reemplazar el reader por otro feed.



martes, 12 de marzo de 2013

Strangelove





El amor fraternal es raro. El talón de Aquiles de este vínculo parecería ser la traición y muchas veces lo es, pero lo cierto es que no todos los vínculos de hermanos sufren de esa debilidad. 

Sí, en todos los casos, la relación es por lo menos compleja: no es amistad, ni una relación entre colegas, no hay trascendencia conjunta, ni proyectos que sostengan el largo plazo, el Edipo es relativo, en general hay toneladas de celos y lo único que verdaderamente hay en común es la infancia. 

Muchas veces los celos se aceptan y no son un obstáculo porque prevalece la lealtad y el amor. Pero el vínculo tiene dos enemigos: no es incondicional como el amor de padres a hijos y eso impide que se sostenga unilateralmente.
Lo segundo es el tiempo. O, mejor dicho, la suposición de que el tiempo no puede afectar algo tan verdadero como el amor y la infancia. 
Es cierto: el tiempo no puede corromper algo sólido, pero sí corroer hasta que un día nos damos cuenta de que la infancia es ese lugar imposible adonde volver.