lunes, 10 de octubre de 2011


Camina por el pasillo del tren, la música a todo volumen. El tren sube y baja, pero no se moja la remera cuando toma vino de la botella de cocacola.
En el descanso de los vagones, unos chicos juegan a las figuritas. Tienen su misma edad, vienen del colegio. Tal vez son hermanos. Abren una bolsa de caramelos; desde lejos titilan como las luces de la ruta. Los auriculares no dejan entrar las risas, pero puede ver las bocas grandes, abiertas, llenas de caramelos con gusto a banana y frutilla.
Un último sorbo de vino y tira la botella hacia atrás, sin mirar. El plástico rebota tres veces, rueda con el moviiento del tren, sigue su trayectoria hasta los pies de los hermanos que la levantan y juegan al karaoke hasta la próxima estación.


lunes, 29 de agosto de 2011

Siempre que huricaneó, paró



(Foto de alguien que vive por ahí)


Me encanta que los huracanes tengan nombre de mujer. Al próximo deberían ponerle el mío.


sábado, 30 de julio de 2011

Vengan

GRUPO ALEJANDRÍA - MARTES 2 DE AGOSTO-19.30 HS en FEDRO LIBROS, Carlos Calvo 578, San Telmo.



Leen:


MORI PONSOWY


FERNANDA GARCÍA LAO


MARIELA GHENADENIK


SANDRA DE FALCO


EDGARDO SCOTT




Caricaturiza en vivo: HERNÁN ZACCARIA
Periodista invitado: FACUNDO GARI

 

martes, 26 de julio de 2011


El otro día me volví a cruzar con el ex que me hizo morder el polvo.
No fue el que más quise, ni de quien más me enamoré, ni el que más me hizo vibrar, ni el que más me divirtió, ni el que más me bancó, ni nada parecido.
Pero fue el que me llevó al dark side y me presentó a la resentida que hay en mí.

Nunca ejecuté ninguno de los planes miserables con los que fantasié arruinarle la vida (como quebrarle el dedo gordo con un taconazo, o tirarle un pote de yogur en el auto). Más que por dignidad, sabía que cualquier cosa que yo pudiera hacerle no le iba a importar, así que me llamé a silencio, me dediqué a hacer mi vida y a lidiar con la rabia que me daba admitir mis sentimientos de bronca.

Hace unos meses me lo crucé, pero nos ignoramos tan bien que hasta dudé si nos habíamos visto. Un par de semanas atrás di la vuelta a la esquina y literalmente me lo choqué. Sin darme cuenta le sonreí y dije hola cómo estás. Él se quedó mirandome y la única reacción humana que tuvo fue ficharme un poco, pero no respondió nada.

El sábado pasado cuando salí del teatro me quedé un rato en la vereda a mirar la gente pasar mientras mi chico hojeaba libros. Y ahí otra vez el ex muerde polvo. No miré para el otro lado ni me hice la esquiva. Igual que la otra vez, sin pensarlo, lo saludé desde lejos con un gesto. Tardó en reaccionar, pero después respondió.

Debo haberlo llamado con la mente sin querer mientras desayunaba con una amiga. Cuando yo salía con ese ex, todas mis amigas (y novios de mis amigas, hermanos, jefes, vecinos, cualquier persona que me conociera) insistían en que lo dejara. Esta amiga con la que me junté a desayunar fue más lejos que el resto y en una reunión a la que fui sola me presentó otro chico.

La culpa fue nefasta. Después de histeriquear y darle mi teléfono me paralicé y no pude ni aceptar tomar un café. Varios llamados más tarde se cansó; yo me sentí aliviada por no tener que cargar con un secreto, pero me arrepentí infinitamente.

Tanta era mi incapacidad de actuar que me sorprende acordarme que en esa época conocí a un no novio volcánico que tiempo más tarde sí cobró vida. Aunque coincidimos en varios eventos, nunca logré mirarlo bien hasta que un día me llevó en auto hasta casa después de un asado. Ahí sí, charlamos, lo vi con más nitidez, me gustó, pero todo era desde una distancia teórica. Internamente no podía sentir nada.

Una vez que la relación con el ex se terminó y varios celebraron, el chico que me invitaba cafés ya estaba de novio y el que me llevó a casa en el auto después del asado estaba para algunas cosas, pero no para mí.

Tardé mucho en depurar la bronca, hasta que un día, como vino, se fue. Lo que no había pensado hasta hace unos días era que el resentimiento que le tuve tanto tiempo no tuvo que ver con su calidad humana, ni siquiera con él. Tuvo que ver con haberme quedado congelada emocionalmente y darme cuenta que todo lo que me rodeaba en ese momento quedaba a destiempo, tarde y lejos para vivirlo.

sábado, 23 de julio de 2011

I’m tryin to make me go to rehab

They tried to make me go to rehab
I said no, no, no.
Yes I been black, but when I come back
You wont know, know, know.


I ain’t got the time
And if my daddy thinks im fine
He’s tried to make me go to rehab
I wont go, go, go.


I’d rather be at home with ray
I ain’t got 70 days
Cos there’s nothing, nothing you can teach me
That I can’t learn, from yester halfaway


Didn’t get a lot in class
But I know it don’t come in a shot glass


They’re tryin to make me go to rehab
I said no, no, no
Yes I been black, but when I come back
You wont know, know, know.


I aint got the time,
And if my Daddy thinks im fine,
He’s tried to make me go to rehab,
I wont go, go, go.


The man said, why you think you here?

I said, I got no idea
Im gonna, im gonna loose my baby
So I always keep a bottle near


Said, I just think you’re depressed
Kiss me, yeah baby
And the rest

I’m tryin to make me go to rehab
I said no, no, no


Yes I been black, but when I come back
You wont know, know, know


I don’t ever wanna drink again
I just, ooo, I just need a friend
Im not gonna spend 10 weeks
Have everyone think im on the mend

It’s not just my pride
It’s just til these tears have dried


They’re tryin to make me go to rehab
I said no, no, no
Yes I been black, but when I come back,
You wont know, know, know


I aint got the time,
And if my daddy thinks im fine
He’s trying to make me go to rehab
I wont go, go, go.

miércoles, 20 de julio de 2011


Hay días en que mis únicos mails y llamados son de trabajo, en que el twitter no me entusiasma, que nadie dice nada en Facebook, ni me mandan mensajitos por el celu, no me anda el chat, espero mails que no llegan, etc.

Esos días me agarra una ansiedad digital intolerable para la que por ahora no encontré plan de contingencia.

Después que me puse al día con los mails plomo que dejé colgados (o los que tenía ganas de tener tiempo para responder) y que revisé mis cuentas de mail en desuso para borrar 208 mails de spam, me quedo sin recursos para manejar el cosquilleo que me agarra en la punta de los dedos.

Tanta es la sed que entro a navegar por mi cuenta bancaria (?) a ver si descubro alguna novedad excitante, limpio los archivos de mi escritorio, reordeno las etiquetas de mails, paseo por blogs de conocidos que ya nadie actualiza y leo todas las porquerías que junta mi google reader.

Podría canalizar esto hacia alguna otra cosa. Pero la ansiedad no se lleva bien con la producción creativa y mucho menos disciplinada (como corregir un par de cosas, por ejemplo).

En el fondo el cosquilleo tiene una manera de despejarse. Pero no puedo hacer nada al respecto. Sólo dejar que se enfríe.

sábado, 16 de julio de 2011


Aunque siempre me costó admitirlo, mamá y yo nos parecíamos bastante (salvo porque ella siempre tuvo mejores piernas). Como ella era gemela habrá estado acostumbrada a que la confundieran todo el tiempo, pero para mí, parecerme a otro, especialmente a ella, siempre me costó bastante.

Ahora es distinto: me busco en sus fotos, como si fuera tan fácil reconocerse en cualquier espejo.
Si uno se mira durante un buen rato el cuerpo deja de tener sentido.

Pasó mucho tiempo hasta que volví a mirar sus fotos. Y mucho más hasta que pude poner una de ella en mi escritorio: mamá y yo en la plaza. Yo, un bebé de seis meses; ella ya tenía mi edad.
Si miro de cerca veo que lleva unas sandalias. La foto es blanco y negro, así que no sé de qué color son.

Vaciar su casa fue una de las cosas más extrañas que tuve que hacer. Entre toda la rareza que es la muerte, tocar las cosas de otro, encontrar aquello que uno no le cuenta a nadie me hizo pensar en mis propios secretos, en lo que guardo o tal vez escondo. Qué entenderían otros de mis papeles e ideas dispersas, de mis agendas y diarios íntimos adolescentes, de mis carpetas de recortes, de las fotos de algún ex. Qué harían con mi ropa, con mis libros.

La casa de mi mamá la vaciamos en ocho horas. La vida entera de una persona despejada en un sólo día. Me quedé con poquísimas cosas, entre ellas con un par de sandalias rojas sin estrenar. Probablemente nunca las haya usado por el taco y tal vez las compró pensando en mí o en ella a mi edad, llevandome en brazos. Imagino el sonido de sus taquitos, yo en sus brazos a punto de sacarnos una foto en la plaza.

Mamá vivía en Nueva York y casi era invierno cuando mi prima arrastró las últimas bolsas para donar. Me quedé sola, desde la ventana se veía en Central Park, tan lindo en otoño.
 
Unos días después volvía a casa, a Buenos Aires, antes de que empezara el verano. Me puse sus zapatos y llevé a mi sobrina a la plaza, a la misma que iba yo de chica. Mientras la hamacaba me vi desde lejos y pude vernos a mamá y a mí en esa foto hace tanto tiempo.
 

jueves, 23 de junio de 2011

Dicen que hablo hasta con las piedras

Logré que una me contestara

Baldosa de la calle Guise  y Paraguay, cerca del limonero (y después de la lluvia)

miércoles, 8 de junio de 2011

Dicen que el futuro del libro todavía no es digital

Milán, 8 jun (dpa) - El futuro del libro parece más que incierto. ¿Qué sucede con los derechos de autor en Internet? ¿Qué función desempeñarán las editoriales y los libreros? ¿Cómo y quién financiará la digitalización de los libros? Estas son algunas de las preguntas que han quedado sin respuesta en el foro internacional de la Unesco "El libro del mañana. El futuro de la palabra escrita", que finalizó hoy en Milán.
El futuro del libro parece que aún no es digital.



domingo, 5 de junio de 2011



Trato de escribir. Abro la supuesta cantera de ideas y fragmentos que me recomendaron guardar para tener donde ir si me trababa o bloqueaba.
 Ahí está la carpeta, el fondo del frasco donde se acumula un cementerio de ideas que se llaman muerto en el placard, maniquí, desde el asiento de atrás, más que una relación de plomería, parrafadas, panquequera, muerto en el
placard 2, perros isleños, Isla Maciel, subtes y feos, etc.

No me animo a borrar la carpeta aunque son cosas que ya no las miro así.

Me pongo a ver videos en You Tube. Como en una película bobocha de esas que me encantan -donde el amor se legitima sólo si se hace el ridículo ante un auditorio/cancha de bésibol/avión/restaurante que aplaude- unos padres grabaron y subieron a You Tube una canción dedicada a sus hijos que se casaban.

No sé extactamente cuál es el límite de hacer el ridículo. Exponer qué cosa es
hacer el ridículo.

Uno de mis archivos dice así: "Tampoco la sonrisa lobotómica que no registra
matices. Pero el nonono hace que las cosas salgan con bronca."

Terminé el capítulo 1 de mi segunda novela. No quiero escribir el 2. Tengo
fragmentos desparramados, sé cómo sigue, pero no quiero que siga así.

Tengo escrita y reescrita varias listas de cosas. Escribirlas es fácil. Quiero dejar de hacer listas, pero tengo miedo de olvidarme lo que alguna vez pensé que quería hacer.
Estoy donde quiero estar y sin embargo no tengo dónde ir. Duda: eso es estar bien o es estar estancada.

Otro archivo dice "IDEA: Si veo un panadero volando, ¿es el deseo de alguien?
¿Qué pasa si lo atrapo? ¿Se lo cumplo o se lo arruino? Si pido un deseo y el panadero está sobrecargado. ¿Estalla?"



martes, 31 de mayo de 2011



El otro día vi por segunda vez el programa de Utilísima Navidad con Choly y Narda; una maratón donde mientras Choly unía todo con mayonesa y erigía torres gemelas de pionono pegadas con gelatina sin sabor, Narda desparramaba zanahorias y papas sin hacerlas convivir en el mismo plato.


El melón con jamón surprise y los tomates rellenos eran desplazados por un ceviche en bowl transparente; donde cada ingrediente era individualizado, visible, alejado del huevo industrial.


Las papas rotas, el panqueque con el dulce de leche al costado en vez de envuelto y el tiramisú sucesivo en vez de apilado: las vainillas y el mascarpone a cada lado del plato, ensambladas con el café en taza.
La sidra/elchampagne no estaba escondida bajo llave en un armario con luz propia y piso de felpa, al lado de los vasitos labrados, los licores de menta y huevo, sino en una bodega visible y orgullosa.

Para volver a mirarlo. Así como Mad Men explica la cultura americana, Choly y Narda componen LA metáfora de la evolución femenina.

domingo, 29 de mayo de 2011

I like dirt



De chica jugaba a la bartender preparandome Nesquiks con talco y agua y los Sugus se comían con papel.
De grande descubrí que la cocina molecular no distaba mucho de un impulso infantil de desafiar al otro a comer caca.

Ahora hay una nueva tendencia para los que no se resignan a dejar de comer de las macetas:


Will Edible Dirt Make You Clean Your Plate?

miércoles, 18 de mayo de 2011

Por qué calentará tanto ver alguien mojado con la ropa puesta?

Ayer soñé que mis amigas me preguntaban acerca de mis aventuras sexuales. Me explayaba con casi todas.


Por esas extrañas razones oníricas, una de mis amigas también se ponía a rememorar sus historias, categorizadas en tres columnas. En alguna había puesto "al lado de una momia".


Detrás de nosotras, una despedida de soltero: la víctima tenía que acabar aunque le tiraran jugo de mandarina en los ojos.


Tiembla Buñuel.

martes, 1 de marzo de 2011

Nuevo número de Sismo Trapisonda

Ya está online la quinta edición de Sismo Trapisonda. El tema de la edición es "Nunca"


Poesía.
Nos nunca, por Ana Rocío Jouli
nunca, por Malena Sánchez Moccero
Cuatro poemas de Dulce Pallero
El ángel sabe, por Hugo Conese
Nada, nunca, por Lucía Alabart Lago
Días de pájaros, por José María Pallaoro


Narrativa.
Jam session, por Mariela Ghenadenik
Tríptico, por Horacio Petre
No nada, por Marisa Maneffa
En el jardín, por Sebastián Lalaurette
No te entregues nunca, por Carlos Aprea
Hasta las seis, por Giselle Aronson


La revista entera acá