jueves, 25 de octubre de 2012

El bobo entusiasmo



Aa pero si hay algo que me pone los pelos de punta es mi incapacidad para cortar el rostro.
Tengo dos problemas: soy despistada y cero rencorosa.

Esto en teoría debería ser una virtud: estoy rociada en fritolim ante cualquier situación molesta de tener que cruzarme con gente que no me interesa.

Sin embargo es un defecto no ser reconrosa, porque entonces me pasa, por ejemplo, que me cruzo con un ex (jefe idiota, novio, amiga) y lo que me sale es saludar con simpatía genuina para incomodidad del otro.
Después me quedo regulando "debería haberle pintado la cara" y cosas así, pero en el fondo si no tengo un problema con esa persona porque no me importa más, ¿por qué no saludarla como cualquier otra, preguntarle cómo está, felicitarla/o por su trabajo nuevo y desearle suerte en sus cosas?
  El problema es que la gran mayoría de las veces quedo pagando: en general el otro sí es rencoroso y resulta que yo quedo desubicada por alegrarme y darle buenos deseos.
Suena muy Flanders, pero en general creo que todos se merecen estar bien. Sobre todo si le toca buena suerte a algún infeliz que seguramente lo arruinará todo muy pronto.

Pero, bueno, siempre me queda un no se qué después de cruzarme con esta gente enroscada. Termino en el  offiside permanente por saludar y alegrarme. Me reprocho "no tener más orgullo" ante un otro que primero te hace un falso y después el vacío.
¿Qué sería el orgullo en este caso?


Lo peor es que la próxima vez que me cruce con un ex-nadie muy probablemente me pase exactamente lo mismo: me alegraré por sus novedades y volveré a quedar en offiside por mi bobo entusiasmo.

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