jueves, 12 de julio de 2007

Omelette surprise

Una versión adulta del huevo podrido le pega al distraido.
Como un auto a punto de vaciar el tanque chupa toda la nafta que le queda, el estado beodo exige un mantenimiento importante.
A cierta altura de las circunstancias, la etiqueta se deja de lado y lo que importa es que un vaso no esté vacío. Entonces, como desahuciado en el desierto, el distraido va hacia aquellas promesas y el vaso cargado de líquido dudoso y lleno de gremnlins -que al levantarlo tiene cierto peso y eso es lo único que importa- se convierte en un anhelado oasis.
Siempre hay alguien que sabe qué hay dentro del vaso. Que tal vez incluso juntó todas las colillas del cenicero y como en las películas subtituladas que traducen el chiste con delay, el que sabe qué hay dentro del vaso y que entiende inglés y no necesita del subtitulado, igual espera a reirse en el momento en que hay que reírse.
Y en ese momento el chiste ya no es gracioso, pero se ríe igual, fuerza todos los músculos de la garganta y del tórax porque TIENE que reírse en ese momento aunque las travesuras -a diferencia de los chistes- no tengan remate sino que tienen gracia en la cabeza del que las hace