Por Petite Séverine
No es ninguna novedad: a la mañana está templado y al mediodía cae una lluvia ácida en forma de toneladas de limones.Lo impredecible de todo se vuelve más evidente con esta inestabilidad. Y yo me vuelvo más inestable, vulnerable, una hojita al viento como Forrest Gump, una caja de bombones donde nunca se sabe qué vendrá después.
No es ninguna novedad: a la mañana está templado y al mediodía cae una lluvia ácida en forma de toneladas de limones.Lo impredecible de todo se vuelve más evidente con esta inestabilidad. Y yo me vuelvo más inestable, vulnerable, una hojita al viento como Forrest Gump, una caja de bombones donde nunca se sabe qué vendrá después.
Salgo en manga corta y mi día sigue de largo y se hace de noche y entonces de la nada hace bajo cero. Y por eso entro ahí, a cualquier lugar y le digo: "tengo frío, dame algo". Y entonces me da lo que necesito (algo de lana, lo que sea).
La tibieza de hilos tejidos en tono café con leche me reconfortan y a ella también: sinuosa, indetectable, diagonal, acecha mi entresueño de calor reciente "no sabés qué bien que quedaría acompañar todo eso con una faja color tostado". Me rodea con las 113 maneras de usar un collar en tono frambuesa, teje de la nada un pañuelo chocolate, despliega unos volados en matices durazno, mirá qué dulzura, qué suavidad, bombón asesino, un instante antes de lo que después será una madeja de texturas y colores, broches, colgantes, sombreros, pashminas, hebillas, carteras, tules, serpentinas, cascabeles, papel picado, plumas, hilos de seda, lana rústica, cuero ecológico, leopardo, tachas, bolsas ziploc, cuerdas, silver tape, gasa, parafina, epoxy y ya no tenés frío, ¿nocierto?
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