sábado, 1 de febrero de 2014




Se le cae el chupete, grita y lo levanta. Le gusta ponérselo al revés, morder el 
acrílico. Los dientes lo están volviendo loco. Me pide ayuda para que abra la tapa de una computadora-perrito que juega en francés. Toca todos los botones (parece que será zurdo). Brille et brille petite étoile... Ahí se queda quieto, escucha, sonríe triunfante: era eso lo que quería.

Baja la tapa, muerde las orejas del perro, golpea la tapa cerrada, gruñe. Se la vuelvo a abrir. Tira el chupete, le quedó lejos, se estira para alcanzarlo. Todavía no sabe que en breve podrá reptar. No se lo alcanzo. Se ofusca, se estira, no llega. Me mira y grita. Al fin se estira, hace una pinza con sus dedos y se lo lleva a la boca. Otro triunfo. 

Lo que sigue es un avioncito que al tirar de la cuerda sale música. Le gusta revolearlo, se queja cuando termina la música y él no puede estirar el cordel. Tiro, vuelve a sonar la canción. Se le hacen tres hoyuelos cuando se ríe: uno en la mejilla izquierda, otro en el cachete derecho. 
Otro cerca de la boca. El de la mejilla derecha es igual al mío. 

Deja el chupete, se mira el aplique de su remera que dice "wild". Me mira escribir en la computadora, suspira. Ahora se chupa el dedo índice con el chupete en la mano y sonríe pícaro. Busca entre sus juguetes y la próxima víctima es una tortuga de peluche con cascabel. 

Abre grande la boca, la muerde con ganas. Sabe lo que quiere. Tiene 6 meses y sabe perfectamente lo que quiere. 

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