
Por Muppet M
Una especie de Quijote me recitaba poesías a las 3am en Plaza las Heras. Él estaba quemado (¿por el sol?), pero yo le decía igual estás lindo.
Después otro parque, (Chapultepec, era como en un cerro y había nubes de azúcar de colores chillones), el Quijote tiene la mirada desenfocada, hay demasiada información: los colores, sobre todo. La gente, los carritos con golosinas y frutas indescifrables, el tumulto.
No es la madrugada y no estamos solos, no hay poesía, él parece ciego, yo me quedo muda y así, en silencio, decido que es momento de irme.
No quiero que me panees dentro de otro montón de cosas.
Y me voy, en taxi, pero vuelvo, te extraño y me ves cuando me ves, pero seguís con la mirada en trance y yo me desdibujo, no hay jerarquías en lo que ven tus ojos, todo es una nube de azúcar y se te deben pegar las pestañas. La piel te va cambiando, capaz que por el sol y te preocupa la piel (uf, la piel...) y sobresalen tus ojos, que de a ratos se curvan hasta mí, pero yo quiero de frente, quiero salir de mis diagonales.
Tal vez soy yo la que no ve bien.
Entonces me voy. Y no quiero que veas que me voy, pero sí quiero que sientas que ya no estoy ahí.
Camino hasta el taxi, pienso en todo ese tiempo que me esperó hasta que di la vuelta al parque y me convencí (de tu piel, de tus ojos, de lo que no me deja tranquila).
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Una vez fui a ver una obra del Quijote y el comentario posterior fue: "y... la locura seduce". Yo no era tan chica, pero no lo entendí del todo, (¿qué puede tener de lindo alguien que quiere mucho más de lo que puede?). Y como todas esas cosas que se internalizan de un golpe, es difícil explicarlas al principio; de pronto vi cada una de las imágenes como uno de esos libritos que si los pasás rápido se ve la secuencia de lo que en algún momento fue (o pareció) aleatorio.
Ahora no sé qué decir; todo está claro. No en las palabras, pero sí en todo lo demás.
Y no sé si quería que se aclarara la dualidad.
La locura, sí, seduce. Pero también espanta.