Por M.I.
Está por empezar la mejor época de mi barrio. La primavera trae consigo el renacer de brillantes especies autóctonas: ya desde fines de septiembre es posible avistar los primeros peluquines, tan renuentes ellos a los fríos del invierno y tan campantes y felices cuando por fin sus dueños los sacan a la calle, a mirar a las señoritas desde las reposeras de plástico. Ah, las reposeras, qué maravilla y qué –si se me permite el lugar común- festival de colores desatan al abrirse cual pétalos de gardenias en amarillo, rosa, rojo y verde flúo, colores que jamás pasan de moda en mi barrio. Y junto a las reposeras y los peluquines, emerge la matrona-en-bata, reina y señora de las veredas primaverales. En un admirable caso de ósmosis y fotosíntesis, resulta que reposeras, matrona en bata y peluquines suman fuerzas para producir otro de los portentos naturales a los que estos meses nos tienen acostumbrados: el comentario. Nacido al calor del mate amargo, alimentado por las polleras demasiado cortas y protegido a la sombra de las tetas nuevas de aquella vecina, el comentario crece y se reproduce hasta que por fin despliega sus alas y planea orgulloso por sobre las paradas del ciento doce y el cuarenta y cuatro. Qué distinta es mi calle en primavera, con qué elegancia desparrama el polvo de la tierra seca donde antes sólo había charcos, aguas servidas y húmedas baldosas. Qué aires nos damos nosotros, los del barrio, cuando caminamos por nuestra plaza y, al pasar por delante del vivero, notamos que en el altar de la virgencita aún florecen las azaleas, en el fondo azul de los bidones de plástico, entre los montoncitos de hojas podridas y las últimas semillas que caen de los paraísos.
3 comentarios:
¡Qué lindo, che!
Besos
Jorgelina
Querida MI: Gracias por este trip, desde esa pre-primavera a este proto-otoño. Como mi peluquin al viento, se me arremolinan los recuerdos del alephico barrio Meridiano V, del tilo de enfrente de mi casa, y de los dos vecinos, que no se hablaban desde hacia mil años, pero a quienes la primavera les apretaba sus reposeras bajo la misma sombra.
Muchos besos.
Gracias a ambos. Feliz primavera u otoño, según corresponda.
Publicar un comentario