martes, 26 de julio de 2011


El otro día me volví a cruzar con el ex que me hizo morder el polvo.
No fue el que más quise, ni de quien más me enamoré, ni el que más me hizo vibrar, ni el que más me divirtió, ni el que más me bancó, ni nada parecido.
Pero fue el que me llevó al dark side y me presentó a la resentida que hay en mí.

Nunca ejecuté ninguno de los planes miserables con los que fantasié arruinarle la vida (como quebrarle el dedo gordo con un taconazo, o tirarle un pote de yogur en el auto). Más que por dignidad, sabía que cualquier cosa que yo pudiera hacerle no le iba a importar, así que me llamé a silencio, me dediqué a hacer mi vida y a lidiar con la rabia que me daba admitir mis sentimientos de bronca.

Hace unos meses me lo crucé, pero nos ignoramos tan bien que hasta dudé si nos habíamos visto. Un par de semanas atrás di la vuelta a la esquina y literalmente me lo choqué. Sin darme cuenta le sonreí y dije hola cómo estás. Él se quedó mirandome y la única reacción humana que tuvo fue ficharme un poco, pero no respondió nada.

El sábado pasado cuando salí del teatro me quedé un rato en la vereda a mirar la gente pasar mientras mi chico hojeaba libros. Y ahí otra vez el ex muerde polvo. No miré para el otro lado ni me hice la esquiva. Igual que la otra vez, sin pensarlo, lo saludé desde lejos con un gesto. Tardó en reaccionar, pero después respondió.

Debo haberlo llamado con la mente sin querer mientras desayunaba con una amiga. Cuando yo salía con ese ex, todas mis amigas (y novios de mis amigas, hermanos, jefes, vecinos, cualquier persona que me conociera) insistían en que lo dejara. Esta amiga con la que me junté a desayunar fue más lejos que el resto y en una reunión a la que fui sola me presentó otro chico.

La culpa fue nefasta. Después de histeriquear y darle mi teléfono me paralicé y no pude ni aceptar tomar un café. Varios llamados más tarde se cansó; yo me sentí aliviada por no tener que cargar con un secreto, pero me arrepentí infinitamente.

Tanta era mi incapacidad de actuar que me sorprende acordarme que en esa época conocí a un no novio volcánico que tiempo más tarde sí cobró vida. Aunque coincidimos en varios eventos, nunca logré mirarlo bien hasta que un día me llevó en auto hasta casa después de un asado. Ahí sí, charlamos, lo vi con más nitidez, me gustó, pero todo era desde una distancia teórica. Internamente no podía sentir nada.

Una vez que la relación con el ex se terminó y varios celebraron, el chico que me invitaba cafés ya estaba de novio y el que me llevó a casa en el auto después del asado estaba para algunas cosas, pero no para mí.

Tardé mucho en depurar la bronca, hasta que un día, como vino, se fue. Lo que no había pensado hasta hace unos días era que el resentimiento que le tuve tanto tiempo no tuvo que ver con su calidad humana, ni siquiera con él. Tuvo que ver con haberme quedado congelada emocionalmente y darme cuenta que todo lo que me rodeaba en ese momento quedaba a destiempo, tarde y lejos para vivirlo.

4 comentarios:

Santiago Maisonnave dijo...

Hacía mucho, mucho, mucho que no pasaba por acá. Es curioso pasar y leer esta última entrada, hoy, justo hoy. Me alegra haber vuelto.
Un abrazo.

Muppets de Balcón dijo...

Hola Santiago! Y yo me alegro que hayas vuelto. Lo de "justo hoy" ¿tiene relación con algo personal tuyo?
Beso!

Mr_Wrong dijo...

Muppet: quien no ha tenido alguna que otra hermosa relacion destructiva en su vida? El otro dia leia algo al respecto:"Something terrible has happened to me. I have experienced something bad and very serious. Surely something horrible and wrong. Or maybe it was wonderful."
abrazo.

Muppets de Balcón dijo...

Mi querido Mr_W:

Hay relaciones hermosas que pueden llevarnos hacia lugares insospechados.
Esta no entraría en esa categoría :)