sábado, 6 de diciembre de 2008

Con la música a otra parte


Por Muppet M

Es un momento raro cuando durante el levante alguien te pregunta "¿y vos qué música escuchás?". Es una pregunta difícil de responder. Yo, por ejemplo, nunca me acuerdo de qué música escucho. Digo, si me preguntan así, de prepo, probablemente liste las bandas top of mind, que no revelan todo acerca de mí. Todos contestamos más o menos lo mismo, no conozco a nadie (bueno, sólo uno) capaz de responder "Rachmaninov".

Además me intimida un poco eso. Es como el test pre laboral: intenta sacarte la foto, pero decir "me gusta U2" no dice quién sos, qué botón te hace saltar la ficha. Tampoco dice mucho acerca de lo que dos personas tienen en común o si van a funcionar, ni dice nada acerca de la intensidad de la relación o si se vibrará en la misma frecuencia.

La música del otro es parte del descubrimiento que no se puede anticipar con un listado de ipod ni con ninguna pregunta. Sí, en el tiempo, puede ser un gran insight de las relaciones, un instrumento (apropiada la imagen) de otras cosas.
A veces los gustos musicales logran nombrar ese noséqué que no se puede definir del todo. Por ejemplo, el caso de una chica que salía con un chico y ella tenía algunas dudas de si seguir o no. Una noche salió todo muy mal. La incompatibilidad era palpable y cuando esa incompatibilidad al fin fue nombrada (el chico escuchaba Shakira) ella se dio cuenta de que no encajaban.
En las relaciones, la música puede ser un espacio de discordia. Está el caso del que quiere educar al soberano y regala CDs. Un acto de generosidad que sería tal si no viniera acompañado de "ahora vas saber lo que es bueno". Encubre una agenda donde el otro no quiere intercambiar subjetividades sino cambiarte el gusto.

También puede ser que un día vas en un auto a algún lugar que queda muy lejos y el otro quiere que se escuche nada más que su música durante todo el viaje. No dice nada malo acerca de la tuya, simplemente no la tiene en cuenta. Ni la más mínima curiosidad de lo que te gusta.
También puede pasar que te aparezca ese que responde "Rachmaninov."
Yo conocí a Rachmaninov, el músico patovica de la música. No te quiere educar, no ignora tus gustos (al contrario), no te desagrada lo que escucha (al contrario), pero es un patovica que dice esto sí esto no. Y de la música a todo lo demás hay un pasito.
Para Rachmaninov, muy pocas cosas merecían entrar en su boliche. Y yo era una de las cosas que sí. Tanto sí que me prefería a mí por encima de "la otra", la incomparable (su guitarra).
Pero para justificar mi presencia en su vida, yo tenía que ganarle siempre a "la otra." Entonces, el patoviquismo no terminaba en la entrada a su vida, sino que estaba en el cotidiano: si yo me ponía a canturrear, surgía de alguna parte y decía "Bien. No desafinás". O si elegía algún tema que me gustaba, "mmm, no está mal, ¿eh?" Y sonreía porque no lo había defraudado. La música que yo escuchaba estaba "bien" y todo lo demás estaba "bien".
Yo era perfecta, la mujer que había esperado toda su vida, yo no me "equivocaba" en nada y él no se había equivocado al dejarme entrar. Yo, por mi parte, había encontrado la música y al músico.
Un día, después de un tiempo de salir, por primera vez tocó la guitarra delante mío. Un concierto privado en el que se dedicó a desarmar minuciosamente cada tema que me gustaba para demostrarme que detrás de toda canción había un germen de Bach, que todo era copia y nada valía la pena. El mundo era un gran basural conurbano, nos obligaban a consumir ruidos y sonidos que construían sensaciones que nos manipulaban y eran la base de una sociedad putrefacta y estúpida... Y él con su guitarra (y yo, cuando comprendiera la maldad de la Industria) salvaría al mundo y me rescataría de los Pity, las Cumbio y los Beatles (la lista era larguisma).
No me quiso educar, ni cambiar ni ignorar. Sólo matarme la ilusión.
Para él yo no quise ver la maldad del mundo y por eso se reservó el derecho de admisión.
Para mí, él no comprendió que algunas cosas son hermosas porque son hermosas y que se puede creer en ellas porque sí, aunque no estén tan "bien".
Ahora escucho por enésima vez los mismos temas que otros me hicieron descubrir y me pregunto si otros me llevarán en sus ipod como yo los llevo a ellos. También me pregunto cómo serán las canciones nuevas que escucharé. Por eso prefiero no preguntar "qué música te gusta" para saber si soy compatible o no con el otro, prefiero permitirme descubrir cosas que antes no conocía.

7 comentarios:

Alicia R. dijo...

Me dejaste pensando en las relaciones donde te la pasás dando examen. Al principio, una está contenta de aprobar, pero despuès o la aplazan o se renuncia, al ver que no vale la pena. Un beso.

WIB dijo...

jaaa...sali esta semana con un mucahcho, idem situacion...pero decidi cambiar la pregunta de q musica escuchas a que estas escuchando esta semana?...un poco mas completa me parecio, pero ahora que leo esto no se...je

El payador dijo...

para flotar
necesito oir tu voz
milagrosa melodía que me lleva
a lugares donde el fuego apaga el mar
viento que acuna mis ansias
y traslada mis sentidos hacia el sol
Oasis espejismo milagroso
arrullo que respira en tu canción

Muppets de Balcón dijo...

Querida Alicia:
Y, no. No valen la pena.

Querida Marineta:
¿Y qué música escuchaba el muchacho?

Querido Uno más en el mundo:
Gracias por la poesía. ¿Es suya?


Besos!

WIB dijo...

trotamundos: me dejo cinco cds: rick wakemon, satie piezas para piano, jazz greats una trilogia, chango spasiuk, y maria elia -diego penelas.
bien no?? yo conocia poco-nada de todo esto...saludos!

Anónimo dijo...

Estos patovicas de la música harían bien en irse con la música a otra parte. Nadie tiene la verdad de nada y uno no tiene por qué estar rindiendo examen ni desear aprobar para agradarle a nadie. Claro que es más fácil decirlo que hacerlo pero que es así no cabe duda, ni aunque nos partan una guitarra por la cabeza para hacernos cambiar de ideas...
Cariños cariñosos!
La Colorada

Muppets de Balcón dijo...

Querida Marineta:
Suena una interesante ampliación del campo acústico. Después contá cómo sigue la cosa.

Querida Colo:
Aguante la guitarra de Lolo.

Besos!